Hace 51 años se llevaba adelante uno de los crímenes más recordados de la historia política y militar de nuestro país: el asesinato de dieciséis militantes de organizaciones políticas-militares.
La historia cuenta que la dictadura de Agustín Lanusse había alojado en el penal de Rawson a la mayoría de las y los dirigentes de las organizaciones armadas de la época, pero además allí había una gran cantidad de militantes de base y de dirigentes sindicales, como Agustín Tosco.
La fuga como tal era uno de los principales objetivos de cualquier militante preso. En este caso más aún cuando entre los detenidos estaban los dirigentes máximos como Roberto Santucho, Fernando Vaca Narvaja o Marcos Osatinsky. La fuga estaba en marcha y venía con tiempo de preparación.
El 15 de agosto comenzó el plan de fuga, que no salió como se esperaba y en el primer contingente logran escapar solo un puñado de militantes. Al llegar al Aeropuerto de Trelew lograron escapar. El segundo contingente no corrió la misma suerte y tras entregarse ante un juez y las cámaras de televisión, fueron detenidos.
Días después fueron asesinados dieciséis militantes y tres sobrevivieron. Fueron ellos quienes pudieron contar este triste episodio que tiene como máximo responsable a Lanusse y al vicealmirante Hermes Quijada, quien ordenó el asesinato.
Tiempo después Quijada fue ajusticiado por un grupo de militantes en el centro de Buenos Aires.
Hoy a 51 años de aquellas jornadas vemos como tanto en dictadura como en democracia se siguen asesinando a militantes políticos. La justicia solo llega del brazo del pueblo organizado.
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