Por Martin Ravazzano
A veces la vida reconforta con algunos sucesos. Se murió uno que nunca debió haber nacido, un jodido que se llevó mucha información, y con él se fue una de las partes más oscuras de la historia de nuestro país. Un cínico que en la sala de tortura le decía "maestro" a un docente mientras lo torturaba.
Se fue un mulo del general que era rey y señor en la ciudad de las diagonales, pero nada pudo con los pibes y las pibas que lucharon por el boleto estudiantil. Hoy Claudia Falcone es bandera y estos son los verdugos de una época a la que nadie quiere volver, salvo algún que otro trasnochado que no sale de unas horitas en alguna red social haciendo catarsis, pero la mayoría, todas y todos sabemos que ellos sí que no vuelven más.
Recuerdo aquel primer escrache a su casa cuando aún vivía en la capital, ahí en Pueyrredón y Córdoba. Caminaba como cualquiera por la calle, hasta que los H.I.J.O.S lo fueron a buscar. Estaba claro que gracias a las leyes de impunidad aún podía hacer de cuenta que nada había pasado, sin embargo, surge la condena social de la que todos fuimos parte, pero aquella jornada nos mostró que podíamos, que de alguna manera no iba a tener paz, ni él ni ninguno de los suyos.
Como no podía ser de otra manera, en aquella esquina estaban los bufarrones del poder con sus lanchas, sus gases y sus palos para defender al señor. Igual llegamos y dijimos "aquí vive un GENOCIDA". Luego inevitablemente, como en todo cuento de terror, volvieron las corridas y los gases dentro del viejo Sociales pero ya le habíamos dicho a la sociedad lo que queríamos, que como no había condena de la justicia, había condena social.
Sin lugar a dudas tuvo que ver con la segunda desaparición de Julio Lopez y vaya uno a saber con cuantas chanchadas más, porque ellos son así, no dejan de serlo por más que algunos medios amigos les digan "ex represor". No y mil veces no, nunca dejó de serlo, jamás colaboró y muy por el contrario reivindicó lo que hizo con total impunidad, por eso hoy saludamos que un Genocida ya no respire el mismo aire que todos nosotros.
Después de aquella noche han pasado muchas cosas. Terminó tras las rejas, unos amigos le propinaron unos lindos golpes en Marcos Paz, fue condenado. Debe ser triste que ni tu hija te quiera, que se cambie tu apellido por vergüenza y para no ser parte de tu mundo cruel. Hay que valorar a esta mujer que supo enfrentar nada más ni nada menos que a un padre asesino y represor dentro de su casa, dentro de su familia junto a su madre y sus hermanos. Tan dañino que ni los suyos lo han querido, más bien lo han padecido y hoy están del lado correcto de la vida.
Hoy algunos festejan que se fuiste estando tras las rejas, es una sensación rara, cercana a una victoria pírrica quizás. Lo terminó juzgando la justicia burguesa que lo habilitó para hacer todo el daño que quiso, es raro. Se debió haber ido bajo alguna bala de algún Fernandez Palemeiro quizás, como ocurrió con Hermes Quijada, pero no. Zafó. Tuvo suerte, la larva. Ojalá ni los gusanos de la tierra lo quieran, seguramente lo vomiten como todo aquello que cae mal.
Por Claudia y todos y cada uno de los pibes de la Noche de los Lápices, por Clara Anahí Mariani, por Julio López y por cada una de todas las víctimas de este verdugo es que hoy el mundo está un poquito más libre de maldad. Uno de los más jodidos hombres que parió la humanidad ya no está entre nosotros. salud por eso y atentos, que aún quedan muchos más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario