sábado, 3 de octubre de 2020

A 52 AÑOS DE LA MATANZA EN TATLELOLCO

Jacobo Mansilla



El contexto internacional y el de México 

Los finales de los años 60 estuvieron signados por grandes movilizaciones de repudio antimperialista y anticolonial, que despertó conciencia social y política en la juventud. En 1968 se produjeron movimientos estudiantiles y sociales en los mas diversos lugares del planeta: Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, España, Argentina, Bolivia, Brasil, Perú, Ecuador, La India y Turquía. 

Los 60 fueron la época en la que el pueblo vietnamita inicia una profundización en la lucha contra la agresión imperialista de EEUU con la denominada “ofensiva del tet”, en la misma década que la Revolucion Cubana había triunfado contra el gigante imperialista a pocos kilómetros, fomentaba las luchas populares en México y en toda América Latina. Por su parte, el Estado y gobierno de EEUU, bajo la presidencia Lyndon Johnson estaba alarmado por la “amenaza del comunismo” y alentaba golpes de estado, con represiones violentas, para hacer prevalecer su visión del mundo y sus intereses económicos. 

En Europa se produce un auge en la lucha de clases, se llevaron a cabo paros, movilizaciones y huelgas que confluyeron con un movimiento de rebeldía estudiantil e intelectual de fuertes contenidos libertarios, culminando en las grandes conmociones del año 68.

 En las “periferias” de Asia y África arrecio una nueva ola de luchas anticoloniales, procesos revolucionarios y guerras abiertas con potencias mundiales-algunos procesos devinieron en socialistas-, lo que alentó a movimientos de liberación en el Cercano Oriente y en la misma Europa (vascos, irlandeses, kurdos, etc.). A pesar de que se vivían fuertes contradicciones en el campo socialista (independentismo yugoeslavo, conflicto chino-soviético, Primavera de Praga), se apreciaba a la URSS como una alternativa política socialista fuerte, ante un capitalismo en crisis.

Durante la década del 60, tuvo lugar en Nuestramerica, un ascenso de las luchas sociales y políticas, protagonizados por el movimiento obrero, la irrupción y la resistencia de los movimientos campesinos y pueblos originarios, la creciente politización de los estudiantes universitarios y una notable radicalización de los intelectuales que postulan un compromiso activo con los movimientos de liberación nacional.

En cuanto a las condiciones endógenas de México, desde el punto de vista económico, desde las postrimerías de los años 30,se había encaminado por un proyecto de sustitución de importaciones, basado en la industrialización y el proteccionismo, que tuvo su continuidad hasta fines de los años 60, lo que redundo en un éxito económico conocido como “Milagro Mexicano”. Acompañando este proceso de crecimiento económico, se produce un desplazamiento migracional del campo hacia la ciudad, dándole cuerpo a la urbanización. 

Desde el plano de la política, se vivía una estabilidad lograda gracias a una exitosa y audaz combinación de formas democráticas y prácticas políticas excesivamente autoritarias. Desde la Constitución de 1917, en México había establecido “un régimen democrático, pluralista y representativo en el marco de una república federal”. Pero, estas definiciones formales resultaban extrañas a una realidad dominada por la centralización del poder y el fuerte corporativismo al interior del PRI (empresarios, obreros, campesinos y sectores populares).La relacion con la prensa estaba signada por la censura y la autocensura en los medios de comunicación masiva. Con la Iglesia las cosas cambiaron rotundamente, luego de la Guerra Cristera (1926-1929) no tuvieron confrontación publica alguna con el gobierno, ambos sectores habían firmado la paz. Estas condiciones le permitían ejercer la hegemonía electoral al gobierno del PRI (Partido de la Revolucion Institucional). Pero la legitimidad aparente, no seria eterna. 

En el bienio de 1958-59 el movimiento obrero llevo a cabo una insurgencia sindical independiente de alcance nacional, protagonizadas centralmente por los trabajadores ferroviarios. Aunque en términos generales estas luchas fueron severamente aplastadas por la represión, sacó a la palestra las graves fisuras del sistema político mexicano que hasta entonces parecía estar económica, política y socialmente sólido y estable. 

Tanto los procesos en el mundo y region y los acontecimientos en el pais, impactaron profundamente al movimiento estudiantil mexicano en los años 60. Fue a partir de entonces, cuando en el seno de un tibio y oficialista estudiantado se comenzó a observar una irreversible transformación política e ideológica que pronto se vio reflejada en el discurso y la práctica. Se produce un desplazamiento en las reivindicaciones que se venían enarbolando, pasando de los reclamos propios de los estudiantes, corporativos y económicos y se empieza a plantear nuevos paradigmas relacionados con la reforma universitaria y la democratización de sus respectivos centros de estudio y del país. Paralelamente, comenzó a solidarizarse con cuanto movimiento social de carácter libertario y democratizador surgía en México y el mundo. Fueron estas las condiciones, que permitieron, que una simple chispa pueda incendiar toda la pradera. 


Breve crónica del proceso 

El proceso se inicia con unos acontecimientos que parecen intrascendentes. Los días 22 y 23 de mayo, se enfrentaron dos pandillas de estudiantes de educación media y superior, vinculadas a dos tipos de escuela, separadas por una vieja rivalidad folclórica, la preparatoria incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, y la vocacional, incorporada a su vez, al Instituto Politécnico Nacional, IPM. Estos hechos fueron el pretexto para que dos días después los granaderos, como llaman a la policía de motín, penetraran a las instalaciones de la Vocacional No. 5 del IPN y arremetieran indistintamente en contra de estudiantes y maestros, hombres o mujeres del plantel. 

Ante la gravedad de los hechos la oficialista Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), que respondía al PRI, se vio obligada por las circunstancias a protestar la tarde del 26 julio realizando una marcha-mitin en las instalaciones del Casco de Santo Tomás del propio IPN. Esa misma tarde, miembros de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), también convocaron a otro acto, en la ciudad de México, para conmemorar el décimo quinto aniversario del asalto al Cuartel de Moncada, hito de la Revolucion Cubana y a meses de la caída del “Che”. 

Una parte del contingente (5000), de los estudiantes del Politécnico, que no estaban conformes con lo limitado de su protesta, se retiraron del acto dirigiéndose al lugar donde estaban los estudiantes de la CNED. Ambos contingentes unidos, deciden marchar hacia el Zócalo de la ciudad de Mexico, donde se encuentra ubicado, el Palacio Nacional. Antes de llegar a destino, fueron reprimidos y dispersados y heridos por la policía.

El mismo 26 de julio, en el viejo barrio universitario que entonces se encontraba en el centro de la ciudad la misma policía que esa tarde había agredido y dispersado a los politécnicos y cenedistas se enfrentó con estudiantes de las preparatorias de la UNAM, que organizaron barricadas y quemaron autobuses, para la defensa. Las bajas de la jornadas en las filas estudiantiles fueron 8 muertos, 500 heridos y 200 detenidos. El 26 de julio de 1968, fue un punto de inflexión en el movimiento estudiantil. 

Los días siguientes, los estudiantes de la preparatoria de la UNAM, toman las instalaciones de las escuelas, como protesta contra la represión gubernamental y organizan comités de huelgas en escuelas superiores y facultades, como también se reúnen los representantes de ambas escuelas, para evaluar la situación y planificar los pasos a seguir. El 29 de julio comienza la huelga y ese mismo día la policía impidió la realización un acto político que se intento hacer en el Zocalo, los estudiantes en el repliegue se refugian en las instalaciones del preparatorio de San Idelfonso, produciéndose una resistencia y escaramuzas que duran largas horas, dejando impotentes a los granaderos. En la madrugada del 30 de julio interviene el ejercito, asaltando varios colegios de la UNAM y la IPM y mediante un bazucazo a la puerta colonial del San Idelfoso, lo toman reprimiendo y deteniendo a diestra y siniestra. El enfrentamiento arrojo 500 heridos y 1000 detenidos. El mismo día el rector de la UNAM, Javier Barrios Sierra, llama a defender la autonomía universitaria, la libertad de pensamiento, de Reunión y expresión. A partir de entonces la huelga, trasciende las instalaciones de la UNAM y IPM, hacia otros colegios, Universidades provinciales y estatales. El 1 de agosto se produce una movilización masiva de 100.000 personas, encabezada por el rector.

El 4 de agosto se lleva a cabo una coordinación superior, con la conformación de un órgano de dirección política llamado, Consejo nacional de huelga (CNH) que elaborara un petitorio: 1) Libertad a todos los presos políticos; 2) Destitución de los jefes de la policía capitalina, ejecutores de las acciones represivas; 3) Desaparición del cuerpo de granaderos, corporación utilizada permanentemente para intimidar y reprimir las protestas sociales; 4) La derogación del artículo 145 y 145 bis del Código Penal –precepto que establecía el delito de disolución social— instrumento aprobado durante la Segunda Guerra Mundial que atentaba contra el derecho de reunión y asociación; 5) Indemnización a las familias de los muertos y heridos a consecuencia de las agresiones de la fuerza pública, y 6) Deslindamiento de responsabilidades de los actos de represión y vandalismo por parte de las autoridades a través de la policía, granaderos y ejército. 

Hacia fines de agosto los estudiantes realizaban manifestaciones que involucraban miles de personas en el distrito Federal, con la presencia de importantes sectores de obreros y campesinos. El activo cuestionamiento que los estudiantes encabezaban y la debilidad que exhibía el gobierno, abrieron un camino bloqueado a la vida política desde hace décadas. Miles de obreros, pobres urbanos y sectores bajos de la clase media, participaron de alguno u otra forma en la lucha. Nutridos contingentes de electricistas, ferroviarios, y petroleros, desafiaron las amenazas de los sindicatos oficiales y se unieron al movimiento. Se sumaron también integrantes del Movimiento Revolucionario del Magisterio y fue notorio el apoyo de las mujeres que provenían de las clases medias. Esta coordinación también se expresaba al interior del pais, el conflicto teñía cada vez el territorio nacional. La situación se le tornaba ingobernable al gobierno, ya que los “delincuentes sociales” habían organizados brigadas solidarias, que se extendían rápidamente no solo en la capital del pais, sino también en distintas partes del interior del pais e incluso a otros lugares de Latinoamérica, que enfrentaban las propaganda del gobierno a través de la massmedia confundiendo. 

Durante el proceso el gobierno le dio rienda suelta a los cuerpos represivos oficiales como a los paramilitares se le permitió que llevaran a cabo todo tipo de represión contra los estudiantes, como fue quemar camiones y trolebuses, saquear establecimientos comerciales, etcétera. Asimismo, estos grupos fueron utilizados para realizar actos terroristas como el ametrallamiento de escuelas a la noche, agredir a los estudiantes que se encontraban en los piquetes de huelga de los planteles, saquear locales y cubículos estudiantiles.

El 18 de septiembre, miles de soldados del ejercito invadieron la UNAM, para cerrar la base de operaciones de los estudiantes y capturar a la dirección del CNH, fallando en la intentona de descabezar al movimiento pero arrestaron a 1500 personas. Por otra parte, la noche del 23 de septiembre, el ejército se apoderó violentamente de las instalaciones del Casco de Santo Tomás del IPN tras vencer la resistencia estudiantil de varias horas. Este día hubo algunos estudiantes politécnicos muertos. La represión fue condenada por un grupo de periodistas y directores de periódicos del distrito federal. Con las reproducciones de las protestas estudiantiles volcaron a favor de los estudiantes una parte importante de los medios. La rebelión había logrado incorporar a la lucha a distintos sectores sociales y contaba con la simpatía de la prensa internacional. 

La lucha teórica por la conducción del proceso estaba entre las organizaciones de la izquierda tradicional, como de la nueva izquierda, dentro de las que se ubicaban el PCM, el PPS, el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), los espartaquistas, trostkystas, castristas, guevaristas y maoístas. 

Para finales de septiembre la torpeza política gubernamental quedaba completamente evidenciada luego de todo un mes de sistemáticos intentos para aniquilar al movimiento estudiantil. En este tiempo todas las acciones del régimen habían resultado prácticamente inútiles: el encarcelamiento de brigadistas; los ataques terroristas a los planteles en las noches; la amenaza presidencial de Gustavo Diaz Ordaz (1964-1970) del primero de septiembre; los secuestros y agresiones físicas de estudiantes; la presión gubernamental al rector para que llamara a los universitarios a la “normalidad”; la utilización de grupos porriles, ultraderechistas y paramilitares contra los huelguistas; la toma policíaco-militar de las escuelas universitarias y politécnicas; la represión selectiva en contra de estudiantes, profesores e intelectuales que apoyaban al movimiento. 

En los días previos a la movilización del 2 de octubre, el gobierno apuesta a un estratagema en la supuesto canal de dialogo y negociación con los estudiantes. La mañana del 2 de octubre, en la casa del rector Barros Sierra, tuvo lugar la entrevista, en la cual los estudiantes plantearon las condiciones previas al diálogo ( La desocupación inmediata de todos los planteles ocupados por el ejército; la libertad de todos los detenidos en el desarrollo del movimiento; y el cese absoluto de la represión).Aunque los representantes gubernamentales manifestaron que no tenían instrucciones para decidir sobre dichos puntos, prometieron consultarlo. Así, tanto el gobierno como el CNH dejaron ver a la otra parte su buena voluntad de resolver el conflicto. Se volverían a reunir al día siguiente en la Casa del Lago del Bosque de Chapultepec. 

Ese día a la tarde se congregaron, miles de manifestantes, en la plaza de las tres culturas, en Tlatelolco, para organizar un acto político, pero también se convocaron para la represión, el Batallón Olimpia, las fuerzas armadas, algunos vestidos de civil, francotiradores, le asestaron un duro golpe a la muchedumbre movilizada y la obligaron a replegarse, como producto de una violenta refriega. La masacre del 2 de octubre, fue ejecutada por el poder político, con el pretexto supuesto de evitar una subversión fomentada por la URSS y Cuba de cara a la realización de las olimpiadas en el pais. Hay fuertes indicios que la operación externa haya sido por la CIA, con el gobierno de EEUU con el objetivo de dar “un golpe preventivo”, para mantener y profundizar la dominación sobre Mexico.

Los 500 muertos, 350 o 35, según la fuente que se consulte, los cientos de encarcelados y un numero indefinido de desaparecidos que se produjeron ese día marcaron el fin de las reivindicaciones democráticas de la revuelta. 

Aunque ya muy debilitada, la protesta no concluyó el 2 de octubre, sino el 4 de diciembre, cuando la huelga fue formalmente levantada y, dos días después, el CNH quedó formalmente disuelto. De tal manera, entre el 26 de julio y el 6 de diciembre de 1968 transcurrieron 133 días. Por eso puede decirse que de todas las revueltas estudiantiles que ese año hubo en el mundo, la de México no sólo fue las más sangrientas, sino también la de más larga duración. 


El legado del 68 de México 

El 2 de octubre, no es sólo una fecha para recordar este crimen político, es también un día que refrenda la necesidad de seguir el camino de la organización y de la lucha clasista. Es una fecha que nos lleva a fortalecer nuestras convicciones sobre el carácter de dictadura de clase del Estado en México y el resto de los paises hermanos del continente. 

Los jóvenes de Tlatelolco son ejemplo de lucha y coraje, son el ejemplo de que el miedo no puede callar la voz y el reclamo de justicia del pueblo trabajador. Son la constatación de que una verdadera democracia, sólo puede conseguirse en una sociedad nueva, verdaderamente justa, una sociedad que sea socialista. 








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