Por: Salomé Paz
Aun no termino de digerir todas las imágenes con las que han documentado las atrocidades cometidas por la Policía Nacional, y que nos demuestran que la guerra es contra todos los que desaprobamos este gobierno fascista que se regodea en su poder y que nos evidencia su desprecio por los ciudadanos. Sus víctimas mortales, Andrés Felipe Rodríguez, Julieth Ramírez Mesa, Jaider Alexander Fonseca, Fredy Alexander Mahecha, Germán Fuentes, Julián Mauricio González, Angie Paola Baquero Rojas, Lorwuan Estiben Mendoza Aya, Gabriel Estrada Espinoza, no tenían por qué pagar con la vida la podredumbre de una institución plagada de barbarie que encontró en ellos la forma de demostrarnos que el sistema los adoctrina para someter, no para proteger, para dominar, no para respetar, para reprimir y vulnerar.
Ya son más de 200 heridos, dicen los medios, y los que no se cuentan serán otros tantos. Si no fuera por esa grabación tan contundente, Javier Ordóñez sería un número más en las noticias, y sus verdugos omitirían la verdad, así como la omitieron en la minuta del CAI, la noche en que lo mataron. Es esa falta de evidencia la que no tienen las poblaciones rurales de Colombia, en donde los líderes sociales, campesinos, indígenas y reinsertados, han sido asesinados y registrados como un número más. Tuvo que ser el video del asesinato de Javier Ordóñez la gota que rebosó la copa de una sociedad cansada del abuso, que se armó de valor para hacer oír su voz y su protesta se convirtió en el mejor motivo para enardecer a quien tiene el verdadero poder para dar la instrucción de cometer todas estas violaciones de derechos humanos de manera sistemática.
La alcaldesa instó al gobierno nacional para que haga una reforma a los cuerpos de seguridad y a la policía, porque quién olvida el asesinato de Dilan Cruz, los bombardeos a territorios con civiles, la violación de las niñas indígenas, la golpiza a un presunto ladrón al que además intentaron prenderle fuego, la golpiza con la que mataron a Anderson Arboleda en Puerto Tejada, supuestamente por violar la cuarentena, la violencia de un soldado que lanzó un perro al vacío, etc., delitos de todo tipo; no por nada se abrieron 8 procesos por día, este año, por abuso policial, cuyo nombre se queda corto, y ni hablar de las investigaciones por ejecuciones extrajudiciales.
Sin embargo, a pesar de esta suma de violaciones de derechos, el remedo de presidente solo atinó a aplicar su consabido guion en el que anuncia que se desarrollarán investigaciones prontas y rigurosas para determinar los culpables e hizo un “llamado a individualizar los actos de los uniformados y no estigmatizar ni llamar “asesinos” a todos los miembros de la fuerza pública”. No se podía esperar más de un títere que no merece estar donde está, que con sus declaraciones se burla de los colombianos porque no le cabe más menosprecio en su ser.
En este momento las redes dan cuenta de numerosas imágenes que registran atrocidades cometidas por la Policía: agentes infiltrados, golpes a diestra y siniestra, disparos, motorizados en “gavilla” atacando y violentando casas de familia, incluso hay testimonios de quienes vieron hombres organizados usando ciudadanos extranjeros que secuestraron un bus del SITP y en su recorrido atropellaron a una mujer. La Policía está actuando como la más tenebrosa banda delincuencial que podíamos imaginar y sí, no son todos, pero aparentemente son pocos los que pueden ser buenos ciudadanos, que casi no se ven y no son suficientes para impedir que la mayoría de ellos logre su cometido. Nada de esto es raro, porque quien gobierna, además de señalar a Juan Manuel Santos, Gustavo Petro y a Claudia López, de lo ocurrido, pidió toque de queda y militares en las calles; su detención debe ser lo que atiza el fuego de su poder, de su odio y de su rabia.
Que no se silencien las voces, que a pesar de las mentiras de los medios pagados busquemos los medios independientes que dicen la verdad y llaman las cosas por su nombre, que esos que creen que no está mal lo que pasó con Javier Ordoñez pero que tampoco está bien protestar, entiendan que pueden ser sus hijos, o padres o madres, a ver si les duele un poquito el corazón, al igual que esos que siguen justificando la muerte de los inocentes, que la alcaldesa reconozca que no está gobernando, que su autoridad no está siendo respetada, que sigamos despertando a la dictadura que nos están instaurando y que es más cruel y terrorífica que la pandemia misma, porque cuando el enemigo es el que debería protegernos, qué nos queda.
Notas:
1.Por cierto, van a tener que dar esa recompensa de 50 millones a todos los que han viralizado los videos; a la mayoría los pueden identificar porque están de uniforme, se lo pusieron al revés, pero se nota, otros están infiltrados pero los grabaron.
2. El día de los derechos humanos en Colombia, la Policía encarnó de qué esta hecho el fascismo. Y hace 47 años Chile vio el fascismo en el horror del asesinato de Salvador Allende.
En las calles el pueblo hace justicia popular...ni perdón ni olvido contra los criminales
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