Bandas narcos ecuatorianas tomaron cárceles y un canal de TV ayer martes 9 de enero y provocaron caos en varias ciudades importantes como Guayaquil y Quito.
Ecuador tiene en su interior bandas narcos vinculadas a los carteles de narcotráfico mexicano y a su vez tiene el tercer puerto de importancia en América Latina. Además de un débil control fronterizo, la dolarización permite el lavado de activos sin ningún problema, esto lo expresó ayer en una entrevista el presidente Daniel Novoa.
Ante los hechos de ayer, el presidente decretó el estado de excepción y facultó a las fuerzas armadas y policiales para accionar contra estas bandas que están asolando el país.
La conflictividad social en Ecuador viene en crecimiento desde hace varios años. Gobiernos como el de Lenin Moreno o Guillermo Lasso son parte responsable de esta situación, ya que el fenómeno narco se encuentra en todas las esferas del Estado y del empresariado.
Lo interesante de esta situación es que el presidente de Argentina, Javier Milei, reivindica la dolarización y ponía como ejemplo a Ecuador. Antes exaltaba el caso chileno, pero ambos países estallaron política y socialmente.
La situación de Ecuador es grave, es el quinto país más peligroso del mundo. El estado de excepción que declara el gobierno, más allá del combate al narco, significa la represión a la protesta social que también va en ascenso producto de las políticas de hambre y miseria del gobierno de Novoa. En estas horas en Ecuador la represión es total y se esconde bajo la excusa de combatir estás bandas.
Lo que está sucediendo en Ecuador es parte de la descomposición a la que lleva el capitalismo: hambre, miseria, desocupación, violencia, sicariato y narcotráfico. La barbarie misma de un sistema económico que beneficia a unos pocos y perjudica a las inmensas mayorías.
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