lunes, 12 de octubre de 2020

CASA DE LA MEMORIA IMPRENTA ROBERTO MATTHEWS. MILITANCIA POLÍTICA Y PERIODÍSTICA EN LOS AÑOS 70.

Desde La Palabra Justa reproducimos esta historia de la Imprenta del PRT-ERP en la provincia de Córdoba. Una historia de lucha  militante y periodística. Hoy es un museo y esta para la visita de quienes quieran conocer un pedazo de historia la lucha política y militar de los años 70 en Argentina, la casa esta ubicada en Fructuoso Rivera 1035 en la ciudad de Cordoba. El siguiente texto esta tomado de https://www.facebook.com/ImprentadelPueblo.RobertoMatthews.


                               

Abrir las puertas para recorrer nuestra historia. Bajar y entrar a la bóveda es como entrar y sumergirnos en la historia del pueblo. Habitar la casa, habitar la imprenta, volver el tiempo atrás para resignificar el presente.

⠀Así son sus puertas, sus paredes, sus ventanas. Se encuentra en el barrio Observatorio de la ciudad de Córdoba y, por su fachada, parece una casa común y corriente; por su historia, impresa en sus entrañas: un lugar lleno de sueños, de convicciones y de lucha.

Entornamos las puertas de la casa recuperada, recorremos sus pasillos, caminamos donde pisaron las huellas de lxs compañerxs y trabajamos colectivamente porque ni la casa ni nosotrxs estamos dispuestxs al olvido.

A esta casa –y, por lo tanto, a su historia– la hemos recuperado y la seguimos recuperando un poquito cada día, todos los días, conociendo, indagando, construyendo, luchando con la fuerza inigualable del poder de un pueblo con memoria.

Allá, por 1973, el Partido Revolucionario de los Trabajadores inició en Córdoba la tarea de construcción –en medio de la clandestinidad– de una imprenta subterránea, debajo de esta casa. A pico y pala le fueron dando forma a una magnífica obra de ingeniería, símbolo que habla del rol esencial de la batalla de ideas, del minucioso trabajo para lograr que todas esas ideas viajaran, se difundieran y llegaran a cada rincón del país.

Por esos años y en esta casa vivieron Héctor Eliseo Martínez y Victoria Abdonur –militantes del PRT-ERP– junto a sus tres hijxs. Ella se dedicaba a las labores domésticas y a relacionarse con lxs vecinxs de la manera más “normal” posible, tarea fundamental para la organización porque alertaba de cualquier sospecha que pudiera despertarse en el barrio. A su vez, Héctor trabajaba en el patio de la casa, donde habían instalado un taller de herrería abierto a lxs vecinxs, que disimulaba el movimiento sobre todo en las etapas de cavado y construcción. Sus hijxs César, Walter y Laura viven y participan de este proyecto de reconstrucción de la memoria.

⠀Esto sucedía en la casa propiamente dicha. Mientras abajo, a diez metros de profundidad, compañerxs de la misma organización le daban vida a un gigante pulmón de tinta...


Aquí, en el "pozo" que quedó, estaba la conexión entre la casa y la bóveda-imprenta.

A la mañana, muy temprano, lxs compañerxs bajaban por una pequeña escalera, ubicada secretamente debajo del piso de una alacena. Una vez abajo, ponían en marcha el funcionamiento de la tapa que ocultaba al montacargas: se bajaba el piso de granito y subía el ascensor que usaban para trasladar los insumos (resmas de papel, tachos de tinta) para que, una vez finalizado, se volviera a subir la tapa. Era tan sólida la construcción del piso que no había forma de detectar la existencia de un hueco, teniendo, además, una heladera encima. Pero la tarea central de este artefacto era subir todo lo que en la bóveda se imprimía: miles de El Combatiente y Estrella Roja por mes, folletos y libros que lxs compañerxs, tan dedicadamente, producían, día a día.


Tras dos años de funcionamiento se les dio el aviso de peligro a quienes vivían en la casa y trabajaban en la bóveda, que lograron abandonarla antes del 12 de julio de 1976, día en que los militares llegaron, buscando la imprenta. El ingreso a la Imprenta del Pueblo estaba tan bien construido y disimulado que recién 10 días después —luego de revisar intensamente e incluso declarar que habían recibido información falsa— encontraron la entrada secreta.


Descender diez metros bajo tierra para entrar a una bóveda impresionante, ni más ni menos que la segunda imprenta clandestina más grande del país. Comenzó a construirse a mediados de 1973 y en 1974 empezó a funcionar como imprenta, hasta julio de 1976.

Ahí se imprimían los órganos de prensa y propaganda del PRT-ERP, volantes y boletines fabriles, libros de economía, de historia, de revoluciones y de poesía...

Lxs compañerxs dejaron la marca de la lucha en sus cimientos y paredes, pero hay una que le da su identidad y quedó inmortalizada, en rojo: “Imprenta del pueblo Roberto Matthews”. Su nombre fue elegido en homenaje al primer compañero desaparecido del partido, quien estaba encargado de tareas de prensa y propaganda.


En jornadas que duraban todo el día las manos de Matilde Sánchez, Miguel Ángel Barberis y Luis Aguirre encendían el motor para la batalla de ideas, ahí abajo, a tinta y con maquinaria de avanzada tecnología para la época, llegaron a imprimir 120 mil ejemplares mensuales.

⠀A Roberto Matthews le decían "Boby", era técnico en motores diésel y, por sus habilidades técnicas, empezó a trabajar en la imprenta de Buenos Aires en la impresión de propaganda del partido. Algo caracterizaba a todxs lxs militantes del PRT: su total congruencia entre la teoría y la práctica, entre la militancia y la vida. Esta parte de la identidad de cada compañerx se evidencia en Roberto, a través de las palabras con que su compañera Alicia Bello lo describe:

«Él era muy sensible, eso hacía que todo el mundo dijera “qué tipo bueno”. En la militancia era un tipo muy comprometido, trabajaba mucho, no escatimaba ningún esfuerzo porque el tipo de actividad que hacíamos en ese momento era muy sacrificada y un poco gris; era estar en la imprenta e imprimir en función de las demandas que había de los distintos frentes de lucha. Y él estaba siempre ahí desplegándose.»

Hoy retomamos la historia de Roberto porque lo tomamos como ejemplo de lucha, al igual que tantxs otrxs compañerxs del PRT-ERP: «Queremos reivindicarlo como un luchador, como alguien que dio su vida, que pudo afrontar la situación heroicamente preservando la vida de otros compañeros. Hasta ese punto fue solidario».




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