¿Origen o pertenencia de Clase?
El tema de la sindicalización de las fuerzas represivas.
El reciente levantamiento policial, a reactualizado el debate sobre el derecho a la sindicalización, o no, de las fuerzas policiales. Este es un debate impulsado por distintas corrientes de pensamiento que van desde sectores del trotskismo criollo, hasta organizaciones como la CTA Autónoma, quien a través del entonces diputado Víctor de Genaro, presentó en 2012 un proyecto de ley, para que se les reconozca dicho derecho. La cuestión llego hasta la Corte Suprema que, en el 2017, por tres votos contra dos, prohibió dicho derecho.
De hecho, este fallo no impidió que en distintas Provincias surjan “sindicatos” policiales, la mayoría de ellos regenteados por policías retirados o exonerados de la fuerza por distintos delitos, entre los que se destaca el SiPoBA (Sindicato de la Policía Bonaerense) y el SiPoPe (Sindicato de la policía Penitenciaria) quienes jugaron un papel destacado en el reciente levantamiento.
Uno de los argumentos centrales que levantan quienes reivindican este derecho, es el de que se trata de trabajadores -Obreros dicen los integrantes de Razón y Revolución- y que por lo tanto, al igual que el resto de los trabajadores, tienen reivindicaciones que defender. Aquí, más allá de los reclamos salariales, hemos podido escuchar entre las “reivindicaciones” el apoyo a Chocobar frente al inicio del juicio oral, y el apoyo a muerte a Berni por la protección a los policías sospechados por el asesinato y desaparición forzada de Facundo Castro.
Si bien la mayoría de los hombres y mujeres que componen las fuerzas represivas del Estado burgués tienen su origen en el proletariado, y viven de la venta de su fuerza de trabajo, esto no es razón suficiente para considerarlos parte de la clase trabajadora, y mucho menos de la clase obrera -si es que entendemos por clase obrera a aquellos quienes transforman los productos de la naturaleza en mercancías destinadas a satisfacer las necesidades humanas- De lo contrario, con ese criterio, se podría exigir el derecho a la sindicalización de los gerentes de las empresas que también venden sus fuerza de trabajo a los accionistas cuyos intereses administran y cuidan en contra de los intereses de los trabajadores. En definitiva, todos tenemos que trabajar para poder vivir. Y esto será así hasta el último día de la existencia humana, si es que ese día llega. Pero hay trabajos y trabajos. Es un verdadero trabajo, y no siempre fácil, vivir explotando el trabajo ajeno. Y es también un trabajo ser el perro guardián de los explotadores. En verdad si se ignora la función social que cumple cada uno en el sistema capitalista, la psicología, y la forma de obtener sus ingresos, se puede llegar a verdaderos absurdos. En 1969 Rodolfo Walsh los definía con absoluta precisión “Es una jauría de hombres degenerados, un hampa de uniforme, delincuencia organizada que actúa en nombre de la ley.La secta del gatillo alegre es también la logia de los dedos en la lata”.
Estos elementos ideológicamente tienen, sobre sí, el peso de la ideología de la clase dominante, como ocurre con las clases subalternas de la sociedad. Pero, además, quienes integran las fuerzas represivas, tienen un “plus ideológico-práctico” mayor, ya que se les entrena y adiestra, se los instruye y educa, fundamentalmente, para REPRIMIR a los Trabajadores y al Pueblo. Se les enseña a “infiltrarse” en manifestaciones para poder apresar a quienes participan en ellas, en especial, a los dirigentes . Se les enseña también a infiltrarse como “agentes encubiertos” en las organizaciones sindicales y sociales donde tiene presencia la “izquierda”. El propio Berni lo hizo en Santa Cruz. Reprimen a los trabajadores y al pueblo, en Tucumán, en Neuquén, en Chaco, y en las demás provincias, sin excepción, incluida la Ciudad de Buenos Aires. Se les enseña a usar el gas pimienta contra todo manifestante (sin importar su edad o género), las balas de goma, los bastonazos, a golpear sin dejar huellas, etc. ELLOS USAN Y APLICAN, CON TODO PROFESIONALISMO, todo lo que aprendieron. Sin atender a los motivos arremeten, llenos de odio, contra marchas por los DDHH, por aumento de salarios, contra los despidos, o si se trata de una toma en defensa de las fuentes de trabajo. Aplican todas las técnicas aprendidas en las escuelas e instituciones policiales del capitalismo imperialista como Estados Unidos, Israel, Francia, cuyos asesores dictan cursos permanentes sobre represión y técnicas de tortura.
Las fuerzas represivas no actúan individualmente, sino sobre la base de una organización vertical en cada una de las instituciones (policía, gendarmería, ejercito, etc) que domina y maneja el Estado (burgués, en nuestro caso). Y cada individuo es preparado para someterse física e ideológicamente a tales mandos.
No importa el "origen" popular de las tropas represoras. Su adiestramiento los lleva a actuar contra su clase de origen cuando sus mandos así lo disponen. Y muchas veces lo hacen más ferozmente de lo que se les indica. SI INTERESA SABER COMO ACTUAN CONTRA LA CLASE TRABAJADORA.
Se “edulcora” esta tarea primordial con la excusa de la lucha contra el delito, la inseguridad y los crímenes. No olvidemos que la burguesía, siempre ejerce el poder proclamándose defensora de los intereses de “todo” el Pueblo. Crímenes que encuentran su origen en la esencia de las relaciones sociales capitalistas de producción basadas en la explotación de una clase por otra. Crímenes y delitos de los cuales, forman parte las mismas fuerzas represivas. Es de rutina que se descubran vínculos directos entre la actividad criminal, las fuerzas represivas (en todos sus niveles) la justicia y la propia dirigencia política. De esta manera estos hombres y mujeres que integran las fuerzas represivas se convierten en desclasados, porque, teniendo su origen en una clase, actúan contra ella a favor de la clase dominante. Y lo hacen aún con mayor saña (así son entrenados) cuando los mandan a reprimir marchas, actos, huelgas, cortes, etc, Es decir, todo tipo de acción que nace del seno de la clase trabajadora y del pueblo en defensa de sus derechos y conquistas.
La mayoría de la clase obrera no considera como trabajadores ni a la policía, ni a las patotas sindicales, ni a los carneros porque todos ellos actúan contra los intereses de clase de los trabajadores. Son parias de su propia clase de origen. Son DESCLASADOS. No los admite en sus filas a estos desclasados. La experiencia con los sindicatos policiales de EEUU, que tienen un verdadero poder, al punto tal que solo un 0,3% de policias han sido condenados por matar, mientras que un 99% ni siquiera llegó a ser imputado, es profundamente repudiado por el resto de los sindicatos obreros. Lo mismo ocurre en Francia, en donde los policías sindicalizados entrenan sus músculos garroteando a los miles de trabajadores que se manifiestan en las calles.
Aquí se habla incluso de su posible ingreso en la CGT--El Sipoba forma parte de la CTA autónoma-- en caso de que avancen en su agremiación. Hoy, la CGT, es una institución convertida en un nido de burócratas sindicales empresariales al servicio de la clase dominante. Probablemente estén gustosos de recibirlos en su seno, y así reforzar las patotas sindicales para atacar, amedrentar y hasta matar a los compañeros que defienden, verdaderamente los intereses de clase, como ocurrió por ejemplo con Mariano Ferreira. Nos imaginamos a Gerardo Martínez de la UOCRA que fue “servicio” de la dictadura militar, acordando medidas de fuerza con el “Chorizo” Rodriguez y otros personajes de la Bonaerense. O a Moyano quien salía a cazar “infiltrados marxistas” en el movimiento peronista en los ’70 con su Juventud Sindical Peronista.
En verdad cuando desde supuestas posiciones marxistas, sectores de la izquierda defienden el derecho a la sindicalización de estos elementos, todo lo que hacen es prostituir al marxismo, es convertirlo de arma espiritual del proletariado revolucionario, en un indigerible menú de planteos reaccionarios. Es haber perdido por completo el norte de la lucha por el poder para derrocar a la burguesía aplastando a sus fuerzas represivas, para arrastrarse tras la lucha puramente económica y por lo tanto sindical. Nosotros decimos claramente No los queremos ni los consideramos parte del movimiento obrero mientras defiendan los intereses de la burguesía capitalista.!! Y que no nos digan que hay sindicatos y dirigentes obreros que también defienden los intereses de la burguesía. Si los hay y de sobra, pero una cosa es la lucha contra esas direcciones traidoras y otra muy distinta es asumir como parte de la clase trabajadora a las fuerzas represivas del Estado. Una cosa es ser un marxista revolucionario, y otra muy distinta es ser un marxista socialdemócrata.
La cuestión de ganar a una parte de esas fuerzas para la revolución dependerá fundamentalmente de un cambio en la correlación de clases a favor de los trabajadores y el pueblo. Al momento de producirse este fenómeno algunos sectores desclasados y lúmpenes se acercarán a las posiciones del proletariado revolucionario, mientras ello no ocurra serán serviles a la clase dominante. Serán de los últimos en sumarse al proceso revolucionario y ¡¡NO TODOS!! Eso no quita que haya algunos hombres y mujeres honestos que individualmente lo hagan, pero la propia institución se encargará de separarlos o “eliminarlos” de sus filas cuando los encuentre
A esos hombres y mujeres honestos los llamamos a boicotear, desde dentro de esas instituciones, todas aquellas acciones que estén dirigidas a reprimir a los trabajadores y al pueblo. Pero HOY nuestra preocupación central debe ser contribuir a ese cambio en la correlación de fuerzas entre las clases. La clase trabajadora y el pueblo sabrán encontrar la manera de filtrar aquellos individuos honestos que no hayan levantado sus armas contra los trabajadores y el pueblo. El resto, recibirá el castigo que le corresponde.
Lucio Veron Soria
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